Su voz era lo suficientemente fuerte para que solo An Xiaxia la escuchara. Aferrándose al dobladillo de su vestido, An Xiaxia dijo:
—Te lo dije. No te creo.
—¿En serio? —Lan Yu sonrió—. Espero que no... te estés mintiendo a ti misma.
An Xiaxia estaba totalmente alterada. Durante los últimos días, de verdad parecía haberle estado ocultando noticias sobre los bebés. Hasta el supuesto viaje de negocios era solo otra excusa. ¿Podría ser que... su amor y este matrimonio no eran nada más que una mentira? ¿Le iba a... quitar a los bebés?
Al ver la expresión inquieta en la cara de An Xiaxia, la sonrisa de Lan Yu se ensanchó. Todas las mujeres podían ponerse paranoicas. Una vez que se plantaba la semilla de la desconfianza, atraía varios conflictos, rompía la superficie, brotaba y eventualmente crecía hasta ser un árbol enorme que aplastaba relaciones.