—No puedo controlar los sentimientos de otras personas, ni sus actitudes conmigo. De verdad no sabría qué hacer —dijo An Xiaxia con sinceridad.
—... —Lan Yu se quedó sin palabras—. Eres muy franca.
—¿Te gusta el Tío Meng? —pestañeó.
—¿Qué tiene si sí o si no? —replicó.
—Nada —dijo riendo—. Solo estoy esperando ir a tu boda.
Lan Yu se sorprendió. Percibió su genuina amabilidad y su corazón se ablandó un poco. Al pensar en la terquedad de Meng Xingzhou, suspiró.
—Hay muchas cosas en el mundo que no resultan como uno quiere.
Le encantaría casarse con Meng Xingzhou, pero ¿él quería lo mismo? Dejando de lado las diferencias en sus orígenes, ni siquiera podía sortear a su madre.
An Xiaxia estaba desconcertada y la miró confundida.
—¿Cómo se hicieron pareja tú y Yize? —Lan Yu acarició su mejilla.
—Éramos compañeros en la secundaria. Nos sentábamos juntos y todo simplemente fluyó. Terminamos casándonos.
