Li Fanxing no sabía qué decir. Aferrándose al dobladillo de su vestido, temblaba de dolor. Sin embargo, inconscientemente, seguía esperando que Li Jiang viniera a rescatarla.
Sheng Yize hizo una videollamada. Li Fanxing estaba sobrio y lo habían obligado a ver la grabación de la cámara de seguridad. Ahora, despotricando frente a la pantalla con los ojos inyectados de sangre.
—¡Li Fanxing! ¡Zorra! ¡Devuélveme a mi hija! ¡Perra!
Pensó que no podría llorar más, pero rompió en llanto de nuevo con esas palabras.
—¿¡Cómo te atreves a llorar!? Mataste a mi Canxing... mi pobre hija, mi pobre pequeña Canxing... —las lágrimas manchaban sus mejillas. Era su única hija biológica y Li Fanxing la había matado usando trucos que él mismo le había enseñado. ¿Cómo podría vivir con eso?