—¿Por qué me miras feo...? —preguntó An Xiaxia con susto, encogiéndose.
—¿Eso hago? —dijo con desprecio Sheng Yize.
—¡Sí!
Luego un beso cayó en la boca de ella y pronto se volvió muy intenso y apasionado. Ella pensó que era un poco demasiado y le suplicó que parara. Cola y Pepsi observaron a sus padres con los ojos abiertos de par en par.
—Los bebés nos están viendo... —ella no pudo evitar darle un empujón.
—Duérmanse —volteó y le lanzó una mirada a los bebés.
—Solo tienen tres meses... No pueden entenderte... —no sabía si reír o llorar.
Sin embargo, milagrosamente, Cola y Pepsi de verdad se apoyaron en el otro, se tomaron de las manos y cerraron sus ojos para dormir. Ay, señor... Sin los bebés como excusa, no sobreviviría mucho más...
—Tú... —la besó de forma aún más enérgica hasta que los ojos de ella estaban húmedos de lágrimas—, ¡para!