—Xiaxia —Mu Li murmuró su nombre.
—Cielos, ¿la conoces? —al ver que se conocían, la trabajadora social tiró de la manga de Xiaxia—. ¡Genial! Por favor, habla con ella. He dicho todo lo posible, pero ¡ni siquiera me mira!
—Corre mucho viento aquí —asintió y se acercó con cautela mientras le hablaba con un tono aparentemente casual—. Baja de ahí para que conversemos.
—No tienes que hacer eso —Mu Li sonrió—. Tomé una decisión.
An Xiaxia pensó que se le había parado el corazón. No podía solo quedarse ahí, viendo como alguien perecía frente a sus ojos. Iba a usar a sus padres para hacerla entrar en razón, pero recordó los rumores que solía escuchar en la secundaria. Su padre era un asesino y su madre una amante... Para Mu Li, sus padres no eran gente de la que estar orgullosa, sino que su máxima desgracia.