Una vez que tomó esa decisión, se adentró en la lluvia, paró un taxi y le dio la dirección de una villa al chofer. Ahí era donde Qi Yanxi había estado viviendo desde que regresó del extranjero. Mu Li siguió llamando a su madre y por fin contestó.
—Ah Li, lo siento tanto... Yo, yo... —la voz de su madre temblaba.
—¿Le diste la escritura a papá? —apretó los dientes.
—Lo siento... dijo que dio vuelta la página y que empezaría un negocio, pero no tenía cómo conseguir un préstamo... N-no sé qué me pasó y le creí...
—¿Por qué no hablaste conmigo antes de tomar una decisión tan importante? —se atragantó con sus sollozos—. ¡Es mi departamento! ¡Ahorré para comprarlo y pedí un préstamo enorme! ¡Y ahora se esfumó! ¡Así como así!
—Ah Li... ¿Todavía te queda dinero? Tu papá les pidió a unos prestamistas y si no les paga a tiempo... ¡lo matarán! —dijo su madre.