—Me estaba obligando a sonreír —el chico manipulador borró la sonrisa de su rostro y dijo con una voz seria—. ¿No te das cuenta?
—¿Sí? —An Xiaxia pestañeó. Al ver que Sheng Yize de verdad estaba muy serio, le dio una palmadita en el hombro con compasión.
—No estés tan triste. ¡Siempre hay recompensas por hacer cosas buenas y estoy segura de que una señora dulce como la Abuela Sheng se mejorará!
—... Mm —dijo él.
Una vez tomada la foto, llenaron el formulario de inscripción.
—¿Qué debería poner en esta columna? —no pudo evitar susurrarle a Sheng Yize. Observó el formulario con confusión y no sabía cómo llenar bastantes espacios.
—Yo tampoco sé. Es la primera vez que hago esto —dijo él con honestidad.
—... —como si ella lo hubiera hecho antes.