—Claro. ¿Cómo le quieres poner?
—¿Qué tal Esperanza? Para que se sienta esperanzada sin importar las adversidades que deba enfrentar en su vida.
—Claro... claro... —con los ojos nublados de lágrimas, An Xiaxia vio a Wen Qing sonreír antes de cerrar los ojos para siempre.
Sentía como si alguien hubiera tomado su corazón con un puño y lo hubiera apretado fuertemente antes de destrozarlo. La persona con la que había estado hablando hace unos momentos murió frente a ella. La realidad era así de cruel.
Desvió la mirada. Emperador Zhou, quien ella pensó que solo tenía interés por salvar su propio pellejo, seguía excavando las ruinas con una herramienta, con la cara manchada de sangre y sudor.
—¿¡Por qué mi*rda pasan cosas así!? —al final no pudo controlar sus lágrimas.