Siete años después.
Ciudad Ye, agencia de prensa Correo Matutino.
Una chica con lentes de marco negro y con su cabello recogido en un bollo tenía ojeras tan grandes como platillos bajo los ojos. Le costó mantenerse despierta mientras enviaba su manuscrito a su editor antes de dejar caer su cabeza en el escritorio.
—Chss, chss. Nero Zhou te ha estado mandoneando, ¿cierto? Eso sí que es explotación... Dejar seca a una pasante... —un chico de cabello brillante y rostro lechoso vistiendo una camisa llamativa, pantalones blancos y zapatos puntiagudos hizo un dramático gesto con la mano. Luego dejó una taza de café frente a ella—. Anan, toma, un café de parte de Hermano Dong.
—Gracias... —la mujer con el cabello en un bollo se movió ligeramente, encontró una pajita con los ojos cerrados, bebió el café y volvió a caer.
—¡Despierta! —minutos después la sacudieron para despertarla—. ¡Anan, esto es grande!