La luz amarilla de los postes de luz caía, dejando la frente de Sheng Yize en las sombras. Sin embargo, su rostro estaba aún más oscuro que esa sombra. ¡Estaba echando chispas! Por otra parte, An Xiaxia no se había dado cuenta de lo que pasaba.
—¿Qué ocurre? —preguntó inocentemente.
—Tontita —susurró él, levantando el borde de su boca.
—¿Eh? ¿Qué dijiste?
—Dije que eres encantadora —lucía inocente. Ella frunció los labios.
—No me lo creo... Yo misma he usado esa excusa...
¡Estaba haciendo comentarios sarcásticos sobre ella en secreto! ¡Lo sabía! Él no se quiso molestar en explicar. La ayudó a devolver todas las plantas a su ventana y luego la besó en la frente.
—Buenas noches.
—Buenas nochees… Muac…
—¿Muac? Ven... déjame mostrarte...
—¡Ey! ¡Detente ahora mismo!
"…"
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Lunes, hora de almuerzo.