—¿Ves? —la voz de Sheng Yize permaneció muy serena—. Así son los perros rabiosos. Ladran sin ninguna razón. Chss, chss.
Li Fanxing por fin se dio cuenta del significado implícito detrás de los comentarios mordaces de Sheng Yize.
—Fanxing —quería arremeter contra él, furiosa, pero su mánager tomó su brazo con fuerza—, cálmate... Hay mucha gente aquí. ¿Quieres que te tomen una foto y que termine en una portada por pegarle al exlíder de Starry Night?
Ella apretó los dientes, sacudió la mano de su mánager y se fue echando chispas.
—¿Yo también debería esforzarme más en la escuela...? —murmuró An Xiaxia después de desenvolver el último caramelo y ponerlo en su boca.
—Nop —él le lanzó una mirada de reojo—. Tú eres lo suficientemente linda, ¿para qué molestarse?
Ella estaba extasiada con esas palabras y le sonrió dulcemente. Él frotó su cabeza y le devolvió la sonrisa.