—¿Estás loco? ¿¡Cómo puedes desperdiciar tu vida así!? —la hermosa chica lo regañó—. Sin importar lo que pasó, ¡no debes rendirte! ¡Tu madre me pidió que te cuidara y eso es lo que haré! ¡Te llevaré a un lugar seguro!
He Jiayu tragó y bajó la vista. Él la conocía. Su nombre era Luo Qianran y, como sugería el nombre, tenía un rostro fresco y hermoso. Había estado enamorado de ella en secreto. Nunca pensó que esta dulce y silenciosa chica algún día huiría con él en el tráfico de la ciudad.
—¡Af-afírmate! ¡No te caigas! —dijo Luo Qianran tímidamente. Él titubeó por un momento antes de envolver su cintura con sus brazos.
La cintura de la chica adolescente era delgada y suave y su barriga era blanda y cómoda de tocar.
Ella se detuvo en un cruce y le puso su casco en la cabeza.
—No manejo bien y no quiero que te lesiones sin querer, jiji… —dijo sonriendo.
Era una sonrisa más brillante que cualquier estrella.