An Xiaxia solo pensó que era absurdo. Le recordaba a dos niños de kinder peleando y el que perdía acudía a sus padres para resolver el asunto.
—Es nuestro problema —apretó los dientes—. ¿Y qué tiene que ver con usted si soy obediente o no?
—Xiaxia —el Sr. Song casi se atragantó con su respiración—, ¡me decepciona mucho verte así!
Había aceptado venir con Song Qingchen porque le habían dicho que An Xiaxia también estaba el Pueblo Atardecer. Las había estado mirando desde lejos puesto que, en el fondo, quería que las dos chicas se llevaran bien. Nunca esperó verla golpear a Song Qingchen. Y la forma en que le hablaba... ¿Acaso era una campesina incivilizada?
—Sr. Song —An Xiaxia solo pensó que estaba siendo irracional—, ¡agradezco su ayuda antes!, pero no soy nada para usted. ¿Yo lo decepciono? ¿Desde cuándo debo estar a la altura de sus expectaciones?