Una manito se agitó frente a su cara, deteniendo sus lágrimas con éxito.
—¿Tienes algo en los ojos? ¿Por qué están tan rojos? —An Xiaxia pestañeó y le preguntó.
—¡No es de tu incumbencia! —Qi Yanxi la fulminó con la mirada.
—¡Bueno! —ella apretó los dientes y tomó todas las costillitas de su tazón—. ¡Como si me importara!
—Xiaxia, cuidado con tus modales —Papá An la reprendió y miró con compasión a Qi Yanxi.
Había visto lo que ocurría con la familia Qi en las noticias financieras. Al recordar a los integrantes de su familia que había conocido la vez pasada, pudo imaginar lo difícil que tenía que estar siendo este momento para él. Desgraciadamente, solo era el dueño de un café y no había nada que pudiera hacer para ayudarlo financieramente. Hacerle una rica sopa parecía ser el único apoyo que podía ofrecerle.
Qi Yanxi comió y bromeó como cualquier otro día.