Sheng Yize se paró ahí y miró al par con frialdad con los brazos cruzados mientras emanaba un aura amenazante. Se les acercó y pateó a Qi Yanxi a un lado, rescatando a An Xiaxia de sus brazos.
—¡No me la vas a quitar! —se quejó Qi Yanxi al caer al suelo—. ... Xiaxia, Xiaxia, ¡necesito tu abrazo!
—No tenías que pegarle... —esta pataleta absurda le estaba dando dolor de cabeza.
La mirada de Sheng Yize se volvió más fría al escuchar sus preocupadas palabras por Qi Yanxi. Resopló y se agachó frente a él.
—Vaya, Qi Flor, estás borracho, ¿eh? —Sheng Yize se dio cuenta de inmediato y era desdeñoso.
Agitando sus extremidades, Qi Yanxi se las ingenió para sentarse. Luego lo fulminó con la mirada y le escupió infantilmente. Sheng Yize lo esquivó con facilidad. Luego apuntó a An Xiaxia y preguntó:
—¿Sabes quién es ella?
—¡An Xiaxia! ¡Es An Xiaxia! ¡No soy estúpido! —respondió sin dudarlo.