Crac
Su Xiaomo podía jurar que veía colores, como si fuegos artificiales hubieran estallado en su cabeza. Mantuvo ese rostro estupefacto y no pudo hablar por bastante tiempo.
He Jiayu se quedó ahí, con la camisa ondeando en el viento mientras la fría brisa nocturna soplaba, lo que lo hacía lucir aún más delgado.
—Claro —dijo ella de pronto, como si estuviera bajo un hechizo.
Antes de que pudiera arrepentirse, él cumplió con el acuerdo y entró a la carpa. Con una persona más adentro, ella sintió que la temperatura adentro de la carpa subió. El aire estaba lleno de su olor limpio a jabón y no pudo evitar encogerse en un rincón con las mejillas sonrojadas y el corazón acelerado.
Sin embargo, él se acercó y preguntó con suavidad:
—¿Qué estás leyendo? ¿Te puedo acompañar?
—¡No! —lo rechazó de inmediato y guardó su cómic R-18.
¡Aaah! ¡Eso era tan humillante!