—¡Ja, ja! ¡Serás descarado! ¡Calentarás mi cama! —Su Xiaomo rio alegremente—. Ey —después de pensarlo un poco, también se metió bajo el edredón y le preguntó con cuidado—, ¿en qué montaña cultivaste? ¿Qué tipo de animal espiritual eres? ¿Sabías? Ahora no tienes permitido convertirte en uno cuando quieras.
He Jiayu no sabía qué decir. Tenía tantas ganas de darle una paliza a alguien ahora... ¿Podía hacerlo? ¿¡Podía!?
—No... Soy un animal espiritual —esa fue la única frustrada respuesta que pudo dar.
—¿Entonces eres un hada? —ella parecía sorprendida—. ¿Igual que yo?
Él se quedó sin palabras. ¿Alguien podría decirle si sería ilegal estrangular a esta chiflada? ¡Es un poco urgente!
—¡No soy nada por el estilo! —levantó la voz. Ella se hizo bolita de inmediato y parecía acongojada.
—Está bien. Baja la voz...