—¡Estoy haciendo exactamente lo que ves! Sheng Yize, me das asco. Esta vez estoy enojada. ¡Muy, muy enojada! —las mejillas de An Xiaxia estaban rojas de rabia y Sheng Yize no sabía cómo responderle.
Iba a persuadirla cuando ella cerró la puerta en su cara, casi golpeando su nariz. Tomó asiento en la banca del pasillo y se sentía muy descontento. ¡Esa mujer! ¿¡Por qué rayos estaba tan enojada!?
Su Xiaomo llegó al hospital y encontró a un ídolo nacional de mal humor en una banca. El tsundere mantenía su actitud distante, pero ese rostro indiferente lucía bastante torpe en ese momento...
—Vaya —se acercó a él con una sonrisa burlona—, ¿discutiste con Xiaxia?
—No —él desvió la mirada con incomodidad.
—Ooh —ella le dio una palmadita en el hombro, fingiendo ser un chico rudo—. Jovencito, es hora de hacerte hombre. ¿Quieres que te dé una pista sobre el talón de Aquiles de Xiaxia?