—No te preocupes... —An Xiaxia sonrió, intentando bajarle el perfil—. Ahora estoy bien, ¿o no?
Era su primera presentación juntos. ¿Cómo podría haberla interrumpido? Además, por alguna razón, desde la primera nota, había detectado algo... muy familiar... Ese sentimiento impidió que botara su arco y la llenó de valor.
—Xiaxia —Sheng Yize no sabía qué decirle y solo suspiró de cansancio—, ¿tienes idea... de lo preocupado que estaba...?
Tanto que pensó que perdería la cabeza.
—Lo siento... —murmuró ella.
—¿Por qué te disculpas conmigo...? —acarició su suave cabello y le preguntó con un tono apenado—. ¿Te duele? Siéntete libre de llorar. Yo secaré tus lágrimas y nariz.
—No, no, no duele para nada —no quería que se preocupara y sonrió con dulzura.