La mano de An Xiaxia tembló y casi botó su teléfono. Sheng Qingyi... ¿No era el padre de Sheng Yize...? ¿Por qué la quería ver? ¿No debería hablar con Sheng Yize primero? Pese a todas sus dudas, respondió con un "OK". Sheng Qingyi pronto le envió la dirección de un restaurante y la hora de su reunión.
—¿Qué estás haciendo? —le susurró al oído Sheng Yize.
—Nada... —guardó su teléfono, le sonrió y respiró profundo.
«Lo que será, será. Que venga lo que sea.»
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El día siguiente.
An Xiaxia llegó al restaurante indicado a la hora que Sheng Qingyi le había dicho. Él era incluso más puntual, pues, por lo visto había llegado antes. Le sonrió de esa forma amable característica de los hombres de mediana edad y tenía ese aire encantador de un hombre de su edad. Para ella, era una versión madura de Sheng Yize. Su novio de verdad se parecía mucho a su padre.