An Xiaxia pensó: «¿...Acaba de hacerme de menos?»
—¿Tienes algún problema con eso? —Sheng Yize frunció el ceño.
Nene Sheng parecía sentirse amenazado por él muy seguido. El niño frunció los labios y no se atrevió a decir nada más.
—Iré a cocinar algo para cenar. Ustedes dos esperen aquí—dio su decreto imperial y se fue a la cocina.
Nene Sheng puso su maleta con forma de auto y su mochila en su habitación y luego regresó corriendo con An Xiaxia para observarla. Estaba tan nerviosa. Tomó el control remoto y encontró un canal para niños, esperando que los dibujos animados desviarían la atención del niño de ella.
—Chss, ¿no estás un poco grande para dibujos animados como estos? —dijo con desprecio Nene Sheng.
—¿¡Por qué la gente de la familia Sheng es tan difícil de complacer!? —soltó una risita mientras se guardó el sarcasmo.
Dejó el control remoto, avergonzada, e intentó entablar una conversación con el niño. Le sonrió.