—¿Por qué todos me dicen tonta? —An Xiaxia se desmoralizó—. No soy tonta. Es solo que ustedes son muy listos. ¿No has escuchado el dicho? Sin comparaciones, nadie sale herido... ¡Solo soy tonta en comparación con ustedes!
—Bueno —Qi Yanxi pensó en sus palabras minuciosamente y sonrió—, tienes razón. Las de pecho plano siempre tienen razón.
Ese fue otro ataque crítico. Infló las mejillas y lloriqueó quejumbrosamente, que lo hizo sentir bastante lástima por ella.
—Además de vendar mis heridas, ¿no tienes nada más que decirme? —cambió el tema.
—¿Eh? —ella lo pensó por un momento y luego dijo—. Mm... Si tuviese que decirte algo, sería esto: Qi Yanxi, deja de hacerte el chico rudo. Si estás muy triste, llora con ganas o ve a hacer pedacitos a alguien en un partido. Tienes que sacarlo de tu pecho. No te lo guardes todo. ¡Te puedo prestar un hombro para que llores!