—¡Momo! —An Xiaxia gritó sorprendida y se apresuró a ayudarla.
Su Xiaomo miró a su alrededor desconcertada y volvió a su silla sin la ayuda de ella.
—Su Xiaomo —Nangong Jing rio a carcajadas—, ¡estúpida! ¡Eres tan tonta! ¿Cómo te caíste estando sentada...? ¡Ja, ja, ja, ja!
Ella no se lanzó sobre él como solía hacerlo. El graznido de Nangong Jing resonó en el aire, tan desagradablemente como el cuac de un pato.
—¡Es suficiente! ¿¡No te das cuenta de lo que pasa!? —como su buen amigo, Kang Jian dio un paso al frente y le dio una palmada en la frente a Nangong Jing.
—Momo —An Xiaxia agitó la mano frente a su cara—, háblame. ¿Qué pasa?
—Nada... —ella fingió una sonrisa—. No dormí bien anoche. Necesito recuperar el sueño.