—Aquí tienes —Sheng Yize sonrió amigablemente.
Este tratamiento especial abrumó a An Xiaxia y se tomó el yogur. Él llevó a cabo sus servicios todo el tiempo y hasta limpió su boca cuando terminó. Su sonrisa le recordó a un viejo zorro.
—¿Lo disfrutaste?
Ella asintió cautelosamente, pero de pronto sintió que algo andaba mal y se encogió en el edredón.
—¿Por qué te escondes? —dijo con toda tranquilidad—. No es como si te fuera a comer.
An Xiaxia pensó: «... ¡Eso es exactamente lo que temo!» Se escondió más rápido y más adentro del edredón.
«... ¡Escóndete, escóndete, escóndete! Todo estará bien si me puedo esconder de él...»
Él soltó una risita y en vez de buscarla adentro, ¡levantó todo de la cama! La Tontita Xia, que estaba en medio de su plan, quedó sin palabras.
—Sheng Yize —se encogió un poco, tomó una almohada y la puso en su pecho—, ¿qué estás haciendo?