Dos voces sonaron de forma simultánea, ambas defendiendo a An Xiaxia. Lu Ke se sorprendió, sin esperar que fuera ella a la que reprendieran.
—¡Haz lo que quieras! —dijo a Sheng Yize por encima del hombro, apretando los dientes. Luego se fue enojada con sus tacones altos.
Qiao Mu aclaró su garganta al otro lado del teléfono y consoló a An Xiaxia con indecisión.
—Xiaxia, solo ignórala. Es la loba de nuestra compañía y puede ser muy dura a veces. Ha hecho llorar a muchos de los novatos...
Ella sonrió amargamente y colgó. Levantó la vista y vio a Sheng Yize de pie en las escaleras. Pareció suspirar un poco y luego bajó con las manos en los bolsillos.
—¿Qué pasó? Te ves pésimo —acarició su cabello—. Sheng Yize... ¿por qué le pegaste…? —ella estaba muy confundida.
No pensaba que era del tipo impulsivo. Además, teniendo en cuenta lo que podía hacer, había miles de formas mejores para irritar a Rong Che. ¿Por qué tuvo que actuar así?