—Ey, ¡Qi Yanxi! ¡Suéltame! —An Xiaxia se retorció, pero Qi Yanxi la subyugó con facilidad y la arrastró afuera del edificio académico.
Ella luchó con furia y se retorció usando tanto sus garras como dientes, lo que él ignoró por completo. Actuaba como si no fuera su propio cuerpo; ni un músculo de su cara se movió.
—¡La próxima clase comienza pronto y es inglés! —ella estaba tan resentida. Él era el heredero de la familia Qi y era obvio que la profesora no le haría nada, pero ¡para ella era totalmente distinto!
... ¡El diablo estaba teniendo otro de sus episodios psicóticos y ella era el desafortunado daño colateral!
Él la arrastró a trompicones hasta que llegaron al salón de música. Abrió la puerta de una patada y la empujó adentro, donde perdió el equilibrio y cayó sobre el piano, creando un sonido cacofónico. ¡Maldición! ¡Este bastardo!
—Qué rayos quieres... —lo fulminó con la mirada, apretando los dientes.