Sheng Yize sintió que su garganta se cerraba y sus mejillas se acaloraban. En efecto, la había besado antes, pero siempre había sido él el que tomó la iniciativa. Ahora que An Xiaxia estaba tomando acción, no tenía idea de qué hacer. Dudó un poco y todavía sentía mucha timidez como para hacerlo. Entonces le dio un besito en la mejilla y dijo con voz baja:
—Ahí tienes.
Ella se quejó, como si ese beso no fuese suficiente. Él iba a escuchar más de cerca lo que estaba diciendo cuando ella lo besó en la boca. En ese instante, ¡pensó que se le saldría el corazón del pecho! ¿¡Lo acababa de besar por su propia voluntad!?
Ella frotó sus labios con los de él bruscamente por un rato antes de estar satisfecha con el beso y dejarlo ir. Luego soltó una risita con una expresión adormilada.