An Xiaxia quedó perpleja. A lo largo de su vida puede que no haya tenido muchos pretendientes, pero, de hecho, varios chicos le habían mandado notitas o le habían dado regalos. Solo que seguía siendo muy joven y enamorarse de alguien no se sentía diferente a jugar a la casita. Nunca había estado en una relación real, ni mucho menos escuchado una confesión de amor tan seria como la de Xiao Yan.
—Yo... y-y-yo, Xiao Yan, n-no digas esas cosas... hablemos como gente normal. ¡Guarda esa flor! —dijo con inocencia, mordiéndose el labio, nerviosa.
Xiao Yan se avergonzó por un momento, pero siguió hablando tercamente.
—Xiaxia, mido 1.81 cm y peso 67 kg. No bebo ni fumo, ni tampoco tengo malos hábitos. No soy de una familia rica, ni tampoco un heredero como Qi Yanxi, pero te puedo cuidar bien. Sé mi novia y te amaré, consentiré, cuidaré, respetaré y confiaré en ti. ¿Me darías una oportunidad?