An Xiaxia regresó a su habitación con el teléfono y le insertó la tarjeta sim reemitida, pero había perdido todo su interés en jugar con él. Se sumergió en su cama, dio vueltas y rechinó los dientes de frustración.
La pila de toallas higiénicas al lado de su cama le volvieron a recordar a Sheng Yize...
¿Qué debería hacer cuando lo viera mañana?
¿Qué debería decir? ¿Dónde debería poner las manos? ¡Aaah!
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La mañana siguiente, An Xiaxia estaba muy inquieta mientras tomaba desayuno. Sin embargo, después de esperar mucho, solo He Jiayu se le unió. Sheng Yize y Chi Yuanfeng no estaban por ningún lado.
—¿Dónde están los otros dos? —preguntó con curiosidad.
He Jiayu sonrió.
—Salieron a grabar sus escenas. No los verás durante toda la próxima semana o algo así.
—Ah, ¿sí?... —por alguna razón, se sintió un poco excluida por las noticias. Luego preguntó desconcertada—. ¿Entonces qué haces aquí?