Sheng Yize tomó un sorbo de agua.
—¿Mm?
An Xiaxia sintió que el corazón le latía aún más rápido cuando lo vio a los ojos. Su carita se ruborizó rápido y comenzó a tartamudear, incapaz de formar una oración coherente.
—¿Qué pasa? —él frunció el ceño, pensando que no se sentía bien.
—¡Na-nada! ¡Tengo que ir al baño! —Ella echó a correr, casi tropezándose en el proceso. Rápidamente lo dejó atrás, como si estuviese huyendo de él.
Sheng Yize frunció el ceño, pero, en ese momento, el director se acercó a hablarle sobre la próxima escena. Solo pudo suspirar y concentrarse en grabar la escena.
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Después de todo, An Xiaxia no fue al baño. Deambuló por ahí sin destino y en círculos, tan distraída que chocó con alguien.
—Mm.
—¡Lo siento! ¡Disculpe! —se disculpó reiteradas veces y una voz amable la saludó—. ¿Estás bien?