Era de conocimiento general que, pese a la cantidad de telenovelas modernas e históricas en las que Rong Che había participado, y al hecho de que sus leales fans morirían por su rostro atractivo, él tenía una debilidad fatal: era incapaz de mostrar expresiones en cámara. Su rostro lucía tan rígido como un fotograma en pausa. En términos más corrientes: ¡un pésimo actor!
Rong Che enfureció, pero teniendo en mente su imagen, solo pudo sonreír a Sheng Yize.
—Buena suerte en tu sesión de fotos —dio vuelta sus mangas y se fue.
An Xiaxia se paró de puntitas y agitó su mano energéticamente hacia él para despedirse. Las cejas de Sheng Yize se juntaron aún más ante esto. Atrapó su mano y dijo en voz baja:
—¿No has tenido suficiente?
—¿Eh? —ella quedó perpleja.
—¡Entra!
—Ah...
Él estaba comenzando a cuestionarse si traerla había sido la decisión correcta.