Qi Yanxi siguió asombrado durante un largo rato y no pudo recuperarse. An Xiaxia alejó el mouse y el teclado y se regodeó.
—Jum, ¡gané! Qi Yanxi, desde ahora en adelante, ¡eres el rival que vencí y no puedes volver a molestarme!
Aquellos que estaban a su alrededor parecían haber despertado de un sueño e hicieron un gran esfuerzo por contener sus risas. ¡Jaja! ¡Nunca esperaron ver a Qi Yanxi derrotado! ¡Eso era genial! ¡Tan genial!
El rostro de Qi Yanxi era más oscuro que un temporal y las palabras de An Xiaxia solo lo empeoraron. Fue directo hacia ella y la agarró del cuello.
—¿El rival que venciste? ¿Crees que te dejaré ir así sin más?
El aire volvió a tensarse.
Ella abrió los ojos de par en par. No había nada que pudiese hacer si él decidía actuar descaradamente. Solo podía abrir más los ojos e intentar liquidarlo con los poderes de su mente.