Cuando sacó su teléfono, su sangre pareció helarse y le dio un escalofrío. Era un número desconocido. Sus dedos temblorosos tocaron la pantalla y escuchó esa conocida voz procesada al otro lado.
—An Xiaxia.
—Soy yo —dijo con tranquilidad, respirando profundo.
—¡Te dije que tu familia moriría si intentas buscarme! —la voz sonaba como un animal histérico.
—Están protegidos por los mejores guardaespaldas. Jamás podrás tocarlos —sonrió con confianza.
Ya no era esa chica tímida y asustadiza. ¡Ahora tenía recursos suficientes para mantener a su familia a salvo!
—¡Solo espera y verás! —la persona misteriosa rio con frialdad—. ¡Vas a pagar por esto!
—¿Quién rayos eres? ¿Por qué quieres arruinar mi vida? ¿Qué te he hecho? —insistió.