En la esquina de su frente sobresalieron venas azules y tuvo que resistir el impulso de lanzar a la chica por la ventana. Sacó los pies de ella de encima de él con mucha dificultad y luego la regresó a su posición original.
An Xiaxia tenía el sueño tan pesado que sus maniobras no la despertaron. Juntó sus labios y hasta sonrió. Solo dios sabía el agradable sueño que estaba teniendo. Sheng Yize la miró por un momento, luego levantó su mano y acarició su pelo cuidadosamente. Era increíblemente suave.
En una noche de octubre, en esta montaña desconocida, las estrellas brillaban en el cielo y la luz de la luna era fría como la corriente del agua. Miró ese rostro delicado y se preguntó a sí mismo una y otra vez. «An Xiaxia, ¿eres tú a quien estoy buscando?» Porque se dio cuenta de que estaba empezando a entrar en pánico y a ponerse nervioso en frente de ella.
¿Qué haría si la respuesta era negativa?