—¡Mierda! Li Canxing, ¿estás loca? —Su Xiaomo la insultó en voz alta, furiosa. Sin embargo, estaba preocupada por la seguridad de An Xiaxia y se agachó de inmediato, estirando la mano hacia su amiga—. Xiaxia, toma mi mano.
An Xiaxia hizo su mayor esfuerzo por quedarse quieta y trató de alcanzarla. No obstante, las rocas bajo sus pies estaban cubiertas de musgo y eran sumamente resbalosas. Las yemas de sus dedos rozaron a Su Xiaomo y volvió a caer. Después de una lluvia de otoño reciente, el arroyo estaba lleno hasta el borde. Puede que se viera superficial desde arriba, pero, al caer adentro, se podía notar su profundidad.
Su Xiaomo no sabía nadar y se aterró.
—¡Xiaxia, Xiaxia! —gritó, pero An Xiaxia siguió hundiéndose y entró en pánico mientras luchaba.
—Qué estúpida. Puede salir arrastrándose —Jian Xin'er rio entre dientes.
