—¡Por supuesto que no! ¡La odio! Esa casa es de papi y todavía no he podido vivir ahí —le brotaron lágrimas de los ojos al recordar el favoritismo del Sr. Song—. Mami, nunca lo olvidaré...
—Lo sé —Chu Zhiyun suspiró—. Pese a que ahora tengo un certificado de matrimonio... No puedo decir con seguridad que me dejará en paz. ¡Puede que lo perdamos todo!
¿Qué? ¿Tendría que vivir en la calle? ¿O peor aún? La situación actual no era ideal, pero, por lo menos, podían disfrutar de la fortuna de la familia Song y vivir su vida como la hija de una familia rica. Si ni siquiera iban a poder recibir dinero...
—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó nerviosamente, incapaz de seguir con los brazos cruzados.
—Tengo una idea, pero... —Chu Zhiyun miró con desdén su reacción, pero seguía luciendo igual de delicada que siempre—, es muy peligroso y no puedo dejar que arriesgues tu vida por eso.
