—Gracias, abuela —la voz de Sheng Yize era increíblemente humilde.
—¿Para cuándo puedo esperar su boda? —Abuela Sheng rio cálidamente.
—Dejaré que Xiaxia lo decida... Le pediré su opinión cuando sea el momento adecuado.
An Xiaxia estaba muy molesta. ¡Se sentía horrible que le mintieran!
—¡Eso no será necesario! —bajó las escaleras, puso a Esperancita en los brazos de la niñera y miró a la Abuela Sheng con los puños apretados—. Abuela Sheng, ¿cómo te sientes del corazón ahora?
—Pequeña Xiaxia... —dijo la abuela, con inquietud—, esto solo es un gran malentendido. Solo lo hice por tu bien...
—Mm —le sonrió a medias—. Lo sé.
Su expresión era demasiado serena como para entender qué pasaba por su cabeza.
—Ahora me gustaría ir a casa. ¿Está bien? —desvió la mirada hacia Sheng Yize.
—Déjame llevarte —por alguna razón, estaba nervioso.
—Bueno —no lo rechazó.