Qi Yanxi quedó paralizado de inmediato, como si le acabara de caer un rayo.
—¿Oficialmente? —quedó boquiabierto.
—Sip. Ya ha pasado un tiempo. No han hecho la ceremonia así que no mucha gente sabe todavía —dijo Su Xiaomo, ignorando su tono—. Ey, ¿por qué la cara? ¿No me digas que todavía la quieres?
En su cabeza, una voz gritaba: «¡Sí! ¡Sí, todavía!» ¡Estaba locamente enamorado de ella!
—Nah —pero su orgullo tomó el poder y esas palabras se volvieron engreídas antes de salir de su boca—. Ha pasado mucho tiempo. Ya la superé.
—Me alegra escucharlo —ella se golpeó el pecho—. Ey, Xiaxia salió.
Qi Yanxi miró en esa dirección sin querer. An Xiaxia salió con un vestido blanco sin tirantes, cuyo dobladillo le llegaba un poco más abajo de los muslos. El diseño era bastante simple y tenía flores de lavanda bordadas en el pecho. El color hacía un agradable contraste con su piel de porcelana y el corte acentuaba su linda figura.