Si Yu tembló y se le cayó el teléfono al suelo.
—Oh, dios... —bajó de la cama apresuradamente y se puso los pantalones precipitadamente, fingiendo una sonrisa—. Sr. Sheng, ¡qué... qué coincidencia!
—Sí, qué pequeño es el mundo —Sheng Yize le devolvió la sonrisa.
A Si Yu se le secó la boca y se exprimió los sesos, intentando encontrar una escapatoria.
—Mm... —el diminuto gemido lo trajo de regreso a la realidad.
—¡Dios! La Señorita Song no está enferma, ¿cierto? ¡Deberíamos llevarla a un hospital! —parecía inquieto.
—Claro —Sheng Yize entró, sonriendo tan suavemente como la brisa de primavera—. ¿Qué tal si nos acompaña, Joven Amo Si?
¡Luego le dio un puñetazo en el estómago! Se quejó. Inmediatamente después de eso, le cayeron puñetazos y patadas. Intentó defenderse, pero pronto se dio cuenta de que no era rival para él...