Sheng Yize estaba en silencio en su auto mientras el chofer seguía cuidadosamente al taxi de adelante.
—Em... Joven Amo, la Señorita An se está bajando.
Levantó la vista y la vio bajarse en una esquina. La luz en el paso de cebra estaba verde y siguió el ritmo de la gente en el camino con una expresión desanimada en la cara. Levantó una ceja y caminó hacia An Xiaxia.
Ella caminaba demasiado lento y la luz se puso roja cuando llevaba dos tercios del cruce. Un auto aceleró y se precipitó hacia ella. Si no hubiera sido por Sheng Yize, que la tiró hacia un lado a tiempo, ¡la habría atropellado!
—¡Estúpida! ¿¡En qué estabas pensando!? —despotricó. Ella se sobresaltó y volvió en sí misma.
—Sheng Yize... —dijo su nombre con una expresión apagada—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué...?