Song Qingwan parecía como si se fuera a atragantar. Después de una larga pausa, apretó los dientes y habló.
—¿Quién dice que estoy demente? ¿Tienes alguna prueba de eso?
An Xiaxia se rio. ¡Así que esta mujer lo tenía todo planeado! ¡Si en ese entonces no se hubiera hecho la loca, Sheng Yize jamás la habría soltado tan fácilmente! Después de que le dijeran que el Sr. Song la había mandado lejos, pensó que estaba recibiendo tratamiento en otro lugar. ¡Resultó ser que lo estaba pasando en grande en otro país!
—Tienes razón. No tengo ninguna prueba. Entonces espero que tu conciencia culpable no te despierte en las noches —volteó y se encontró con Yin Ruge después de eso.
—Ey, ¡An Xiaxia! —Yin Qinghan tomó su hombro desde atrás.
—Sr. Yin, por favor, compórtese —dijo con frialdad An Xiaxia. Él frunció el ceño pero, al final, la soltó.