Eso evitó que An Xiaxia forcejeara. Lo único que pudo hacer fue aceptar que le diera un beso más profundo. Se le pusieron los ojos llorosos y estaba un poco confundida. ¿Qué significaban esas letras?
Estaba ensimismada. Al percibir que su mente estaba divagando, Sheng Yize succionó la punta de su lengua con fuerza y ella casi rompió en llanto del dolor.
—¡Concéntrate! —podía sentir su aliento caliente en el cuello y escuchar su hipnotizante y ronca voz en su oído.
—Duele... —se quejó con una voz diminuta. Sus ojos relucían, como si las lágrimas estuvieran listas para caer en cualquier minuto.
Él se ablandó con eso y la soltó un poco. Las mejillas de la chica estaban sonrojadas y sus suaves labios lucían deliciosamente rojos, lo que solo acentuaba sus preciosos rasgos. Emocionado con el espectáculo, comenzó a desabotonar su abrigo y abrir el cuello de su camisa con sus largos dedos, revelando su piel pálida y su delicada clavícula.