Podía distinguir con claridad una marca roja en su mentón.
—¿Yo hice eso? —preguntó cautelosamente. Estaba perpleja.
Sheng Yize resopló como un tsundere mientras seguía tomando notas lánguidamente. ¡Qué tontita! Además de ella, ¿quién más podría acercársele tanto como para pegarle?
—¡Ejem! ¡Pongan atención, por favor! ¡Lo que viene a continuación es importante! —Bai Ziyue tocó el pizarrón, pensando que la joven pareja era un incordio.
Acababan de actuar como tortolos frente a ella, su profesora... An Xiaxia se enderezó precipitadamente para tomar nota y se dio cuenta de que su libro estaba cubierto de ellas. Los trazos elegantes y vigorosos no podían ser de nadie más que de Sheng Yize.
—Gracias... —susurró.
—Primero límpiate la saliva de la cara —le lanzó una mirada y sonrió un poco.
An Xiaxia: ¡¡¡...!!!
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