Era del hospital privado de la familia Sheng.
—El Gran Maestro Sheng está en condición crítica... Aconsejamos a todos los miembros de la familia que vengan pronto, para que no haya arrepentimientos...
An Xiaxia vio que el chico que la había estado molestando con holgazanería de pronto se tambaleó y casi botó el teléfono. Había pánico por toda su cara.
—¿Qué ocurre? —entró en pánico con él.
Sheng Yize guardó su teléfono y caminó hacia la puerta. Luego se dio cuenta de que no tenía puestos los zapatos y regresó a ponérselos. Después de eso, apretó la mano de An Xiaxia.
—Xiaxia... mi abuelo... —se detuvo súbitamente casi apenas comenzó a caminar. Ella se dio cuenta de lo que pasó de inmediato y envolvió su mano con sus dedos.
—Va a estar bien... Sheng Yize, ¡tranquilízate! ¿Está en el hospital? ¡Iremos ahora!
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En el hospital.
El olor a desinfectante llenó el aire y todo era blanco, desconsoladamente blanco.