Luo Qianxi dejó de llorar lentamente.
—¿Qué quieres decir...? —¿conocía sus verdaderas intenciones? ¿Sabía que estaba fingiendo?
La escena que los tres habían creado tenía al mesero con el alma en vilo. Al verlo, He Jiayu le hizo una seña para que se acercara, pagó la cuenta y salió a paso seguro.
El mesero soltó un suspiro de alivio. Sin embargo, vio que la chica que quedó atrás ahora estaba mirando con odio a He Jiayu mientras se iba. Luego gritó histéricamente y volcó la mesa. Tanto platos como tazones se quebraron cuando cayeron al suelo.
—¡He Jiayu! ¡Jamás en la vida serás feliz! ¡No lo permitiré!
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En el hospital.
El doctor hizo una revisión rutinaria a An Xiaxia y le recetó algunos medicamentos.
—¿Se va a quedar así de tonta? —preguntó Sheng Yize con un tono serio.
Puf. Ella se ofendió.
—¡Tú eres el tonto! —replicó.
Él la miró mal y apretó su mano. La mujercita le infló las mejillas.