He Jiayu se tambaleó notoriamente y miró a Su Xiaomo con incredulidad. ¿Esta mujer siquiera sabía... de lo que estaba hablando? Se dio una palmada en la frente sin esperanza.
Madre He quedó estupefacta. Después de bastante rato, por fin fingió una sonrisa y dijo:
—Ven... ponte de pie. Hablemos.
He Jiayu se apresuró a su lado y la ayudó a pararse. Ella se frotó las rodillas e hizo una mueca. Mierda, ¡eso dolió!
—Podemos hablar después. Ahora desayunen —Madre He dejó dos bolsas que tenía en la mano. En ellas había crema de avena caliente, guarniciones refrescantes y bollos de camarón traslúcidos. Todo lucía riquísimo.
Al ver que Su Xiaomo prácticamente babeaba, He Jiayu suspiró por dentro y dijo con suavidad:
—Comamos.
Luego la llevó a la mesa del comedor y la sentó. Madre He parecía encantada. No había esperado que aceptara. ¿Era por esta chica?