¡Qi Yanxi estaba a punto de salir del auto cuando casi se cayó al escuchar las palabras de An Xiaxia!
—¿QUÉ? —la miró boquiabierto.
—Sé que te gusta, pero... —ella se estiró las mangas—, pero ¿podrías no quitármelo...? No cuando por fin encontré un novio tan apuesto...
—¡Debe haber algo malo con tu cabeza! ¿Por qué te dieron el alta? —gritó él.
¿¡De dónde rayos había sacado esa idea!? Si tenía que robarse a alguien, sería a An Xiaxia, quien le encantaría arrebatar a Sheng Yize, ¡no al revés! ¿¡Qué clase de trama era esta!?
—¡Qi Yanxi, baja la voz! —Sheng Yize lo fulminó con la mirada, luego tomó la mano de An Xiaxia y la tranquilizó—. No te preocupes. Soy tuyo y nadie me llevará a ninguna parte.
Todavía sin estar del todo convencida, An Xiaxia fue con él. Qi Yanxi puso los ojos en blanco y se forzó a seguir su ejemplo.
Papá An había preparado un festín. Sintiendo compasión por su hijita, ponía comida en su plato reiteradas veces.