An Xiaxia no parecía darse cuenta de lo que acababa de decir para nada. Pestañeó con sus grandes ojos, que eran más claros e inocentes que nunca.
—Xiaxia... ¿Qué más recuerdas? —preguntó con nerviosismo Papá An.
En ese entonces, An Xiaxia no solo sufrió maltrato físico, sino que, lo que es más importante, la traumaron sicológicamente. Ningún niño podía sufrir maltrato por 18 meses y salir ileso. Su terapia sicológica había durado tres años interrumpidamente y había funcionado muy bien todo el tiempo. ¿Por qué estaba pasando esto ahora...?
—Zhou Bo vendrá a buscarme... Dijo que me llevaría a casa —murmuró, luego miró a Papá An confundida—. Papá, pero yo tengo una casa. ¿Por qué me llevará con él?
La mano grande que sostenía la suya la tomó con más fuerza al escuchar sus palabras. El dolor hizo que An Xiaxia levantara la vista hacia Sheng Yize, desconcertada.
—¿Acaso no eres esa celebridad? ¿Qué haces aquí? —preguntó, luciendo perpleja.