—¡Te pasaste de la raya! —An Xiaxia la fulminó con la mirada.
—¿Tienes Parkinson o eres demasiado vieja para mantener tus manos estables? —Su Xiaomo la agarró del cuello.
Se escuchó un salpicón. Antes de que Li Canxing pudiera decir algo, un cuenco de agua fría del manantial cayó sobre su cabeza.
Sorprendida, volteó y Qi Yanxi le silbó. Sostenía un cuenco de plástico que había recogido de quién sabe dónde y le sonreía.
—Lo siento, Li Canxing. Oh dios… Debe ser mi edad. No puedo controlar mis manos últimamente. Tiemblan tanto...
Hasta los labios de Li Canxing habían palidecido. Estaba muy furiosa para hacer algo, pero lo apuntó y dijo "tú" reiteradas veces.
—Se me olvidó mencionar que usé esa agua para limpiarme los pies —gritó él mientras ella escapaba en ese estado lamentable a cambiarse de ropa.
Todos pudieron verla tropezarse al escuchar esas palabras.
—¿Qué pasó? —los dos profesores escucharon el escándalo y se apresuraron.