—Cariño —el Abuelo Sheng tenía una expresión amigable mientras veía a la joven pareja irse a su habitación—, me gustaría que la Pequeña Xiaxia nos dé una bisnieta. ¿Qué te parece? Mm... Así tendré más niños a los que darle mis postres.
—¡Eso es maravilloso! ¡Yo también prefiero a las niñas! —¡le encantaría tener a un bebé que alimentar! ¡Ahhh!
Al pensar en eso, ¡la pareja de ancianos estaba eufórica!
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En la habitación de invitados.
—Sheng Yize —An Xiaxia estaba desconcertada—, debe haber como cien habitaciones de sobra aquí. ¿Por qué tenemos que compartir una...?
—No es como si no hayamos dormido juntos antes. ¿Por qué estás tan tímida ahora? —dijo con toda tranquilidad Sheng Yize.
—... ¡Lo haces sonar tan mal!